la llegada de los huertos urbanos a Madrid


No se extrañe si pasa por una arteria de una gran ciudad y, justo al lado de las vías del tren de cercanías, hay un huerto con tomates. Los huertos urbanos o comunitarios se hacen sitio en el asfalto y crecen como champiñones.

Mirasierra, Arroyofresno, Navacerrada y cuatro enormes rascacielos que dominan el Paseo de la Castellana…. Ese particular horizonte es el que se contempla desde los 145 huertos urbanos que componen La Huerta de Montecarmelo, un vergel situado al norte de Madrid. Este verano ha tenido tomates, espinacas, lechugas, calabacines, frutas… y también plantas aromáticas y flores, en función del gusto de los arrendatarios de las distintas parcelas de 20 metros cuadrados de extensión cada una.

La Huerta es una iniciativa lanzada por la Fundación Carmen Pardo-Valcarce en colaboración con la Obra Social Caja Madrid. Su funcionamiento es sencillo: por 150 euros al año y una cuota mensual de 85 euros tendrá derecho al alquiler de una parcelita en la que podrá plantar sus 20 metros (hay tres tipologías de huerto, frutal, tradicional y jardín) en los que le echarán una mano unos ayudantes bastante especiales: se trata de personas con discapacidad intelectual que se encargarán de su cuidado y mantenimiento, los denominados Personal Keepers.

“Pero ojo, ellos echan una mano pero el cliente tiene que venir a cuidar el huerto. Si no viene, el terreno acabará convirtiéndose en una selva. Aconsejamos pasarse por aquí unas dos o tres veces por semana”, comenta Sandra Carretié, directora del proyecto y agricultora autodidacta.

La acogida ha sido tal que en tan solo unos meses se han alquilado todas las parcelas: “No sé por qué ha funcionado tan bien, yo creo que es porque el proyecto es muy especial: entre los personal keepers y el emplazamiento… porque esto es como un balcón al campo en medio de Madrid... Nos gustaría ampliar terreno, lo tenemos en proyecto”, añade. La clientela (los fines de semana es cuando más afluencia de público tienen) es de lo más variopinta: “Todos son gente en activo. Los hay de 30 a 40 años, familias con niños, otros que vienen con los abuelos…”, finaliza.

Esta no es la única opción que tiene de cultivar tomates y patatas en la ciudad. En casi todas las grandes urbes de España están surgiendo los denominados huertos urbanos: por ejemplo, el Ayuntamiento de Barcelona ha ido destinando algunos terrenos municipales para reconvertirlos en pequeños huertos desde 1997. Hay iniciativas similares en París y Londres donde el consistorio se preocupa más o menos de estos lugares. En Madrid también conviven agricultura y cemento: El Huerto de La Ventilla, La Huertita de Tetúan, el huerto de Adelfas (Vallecas), el Invernadero de Lavapiés, Esto es una Plaza son sólo algunos ejemplos de estas iniciativas.

En Nueva York empezaron a crearse en la década de los 70

El fenómeno ha llegado con años de retraso a la capital española ya que al otro lado del Atlántico se empezaron a construir espacios de este tipo en Nueva York en los años 70. Concretamente, habría surgido en Manhattan en 1973 de la mano de una artista, Liz Christy, quien ayudada por un grupo de activistas se planteó revivir las parcelas abandonadas del distrito.

Hoy se contabilizan más de 700 huertos en la ciudad de los rascacielos y el Ayuntamiento cede espacios para su creación. La locura por lo verde lleva a algunos incluso a montar huertos sobre vehículos. Es el caso, por ejemplo, del proyecto Truck Farm. Corría el año 2009 cuando Ian Cheney plantó unas hortalizas en la parte de atrás de su furgoneta Dodge. Este huerto móvil fue contagiando a otros fanáticos de la agricultura y ya habría unas 25 furgonetas similares recorriendo las carreteras de EEUU.

Incluso en Detroit, cuna de la industria automovilística, el suelo contaminado por las fábricas ha cedido paso a la vegetación. El periódico The Guardian publicó que, a pesar de la contaminación ocasionada por las extintas actividades industriales, el suelo bajo las casas no estaba contaminado y los habitantes lo estaban aprovechando para cultivar frutas y hortalizas. Una manera de aliviar la dolorida economía de una urbe con altos índices de paro.

En Madrid, el movimiento de huertos urbanos empezó en 2006

Uno de los huertos urbanos más antiguos en Madrid es el Huerto de la Piluka, en el barrio del Pilar. En el verano de 2006 un grupo de vecinos comenzó con las labores de limpieza de un pequeño solar abandonado y que hasta ese momento se usaba como vertedero. De ahí se pasó a la creación del huerto pero, con el paso de los años, el proyecto ha ido mucho más allá y ahora aglutina a diversas asociaciones vecinales que organizan todo tipo de actividades lúdicas y de ocio.

Éste es a menudo el origen de estos espacios: un grupo de vecinos que se reúne y pretende dotar de más espacios verdes al barrio. O que está preocupado por el origen de los alimentos y quiere saber de dónde viene lo que come. O que quiere recuperar antiguos oficios y de paso, mejorar las relaciones entre los vecinos. Seria la agricultura de Juan Palomo: ellos se lo guisan y ellos se lo comen porque en Madrid, de momento, no hay ningún tipo de normativa sobre estas zonas. Pero que nadie piense que se trata de una moda pasajera: las zanahorias han venido para quedarse…






No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario