Todos sabemos que China y otros países asiáticos se han convertido en la verdadera fábrica del mundo. Lo que muchos no sabíamos es que eso llegara tan lejos que fuera posible encontrar en nuestro país judías, pipas de girasol o calabaza, pasas, etc.,”ecológicas” procedentes de China.
Hace aproximadamente año y medio, nos alarmó constatar que una empresa española bien conocida, que suministraba productos ecológicos a nuestro grupo de consumo, importaba de China las judías y pipas de girasol. ¿Podíamos estar seguros del origen ecológico de estos alimentos? ¿Eran dignas las condiciones de trabajo en el país a que nos referimos? ¿Qué huella ambiental había dejado el transporte, durante miles de kilómetros, de estos alimentos?
Como las judías y el girasol son cultivos tradicionales en España, pedimos explicaciones a la empresa importadora sobre su decisión, pero como sus respuestas fueron insatisfactorias, nosotros dejamos de ser clientes suyos.
A partir de ese momento, empezamos a investigar el origen de los alimentos envasados que se nos venden como ecológicos. Primero, lo hicimos buscando en las etiquetas de los productos de herbolario la procedencia de los mismos, y nos dimos cuenta de que todos, o vienen de la Unión Europea o no vienen de la Unión Europea, aunque en ocasiones un solo producto puede venir, al tiempo, de la Unión Europea y no de la Unión Europea, como indican las siglas UE, no UE, UE/no UE que se pueden leer aunque con dificultad en las etiquetas. Y esa es toda la información sobre el origen del producto. En dos ocasiones, creímos haber encontrado pasas y copos de avena de origen nacional, pero los distribuidores, o desconocían de qué lugar de España provenían, o reconocieron que se había cometido un error al etiquetar.
Extendimos entonces nuestra investigación a las web de las marcas más conocidas en el país, y comprobamos que en muy pocos casos indican en la red el origen de los artículos que comercializan. Y si se les pregunta por ello, no contestan.
En esta situación, se nos ocurrió que en Biocultura, la Feria de productos ecológicos y consumo responsable, encontraría eco nuestra inquietud. En el mes de noviembre, nos dirigimos a la sede de Biocultura en Madrid y una vez allí, preguntamos a dos de los grandes expositores qué opinaban sobre la importación desde China de productos ecológicos cultivados tradicionalmente en España o, por lo menos, cultivados en Europa. Uno de nuestros interlocutores se negó a contestarnos. El otro adujo que esas importaciones “eran legales” y que, en cualquier caso, “ellos no eran el Estado”, dando a entender que el problema, si lo había, no era suyo.
En ese momento cesaron nuestras investigaciones y decidimos, de acuerdo con la Comisión de Agroecología del grupo de Madrid de Ecologistas en Acción, escribir este artículo.
Queremos dejar claro que nuestro objetivo no es señalar a una serie de empresas que no comparten nuestros criterios, sino aportar información para una reflexión conjunta en la que deberían participar tanto productores como consumidores para así, entre todos, conseguir que el consumo de productos agroecológicos responda entodo, y no sólo en parte, a lo que creemos significa la palabra “ecológico”. Entendemos que podremos decir que consumimos ecológicamente si respetamos los siguientes criterios:
El cultivo se ha de realizar con medios naturales (sin pesticidas, insecticidas…), respetando el medioambiente.
La producción se debe realizar en unas condiciones de trabajo dignas.
El consumo ha de ser local siempre que el cultivo sea posible en nuestras condiciones agroclimáticas. De lo contrario, habría que plantearse la necesidad de ese consumo.
El consumo ha de ser de productos de temporada.
Las relaciones entre consumidor y productor (que debe recibir un precio adecuado por su trabajo) han de ser justas.
De esta manera, no sólo estaremos contribuyendo a una reducción del impacto ambiental, también contribuimos al desarrollo de la agricultura campesina, al establecimiento de lazos entre productores y consumidores, a la creación de empleo y, en definitiva, hacemos posible un mundo rural vivo, apostando por la soberaníaalimentaria.
Afortunadamente, desde hace tiempo se están desarrollando experiencias (grupos de consumo, mercados locales de productos ecológicos, sistemas de certificación participativa que ayudan a los pequeños agricultores con dificultades económicas para obtener el certificado convencional, etc.) que nos permiten ser optimistas acerca de la implantación de un modo de consumo verdaderamente transformador y ecológico en nuestro país.
Gracias por compartir. Tenemos que ser todos muy conscientes que el mercado de productos ecológicos esta aumentando enormemente y por tanto es muy goloso. No existen criterios oficiales para considerar a un producgo ecológico, es más una decision individual y moral. Sin embargo, la falta de informacion y la turbiedad no solo en el origen, sino en la distribución, comercialización, etc.. hace que los consumidores que buscan una alternativa al mercado industrial de alimentos se pierdan en el laberinto.
ResponderEliminarEsta muy bien articulos como este, que dan las pistas para salir de ese laberinto. El poder para cambiar la situación de los productos del mercado esta en nosotros mismos, los consumidores... por lo tanto, concienciemonos, exijamos más y tratemos de simplificar nuestras vidas asegurando una trasparencia en la cadena alimentaria a traves de nuestra cesta de la compra.
Tienes razón. El problema es que la propia industria hace una publicidad planetaria que mantiene a la gran masa atrapados.
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