En la actualidad nos vemos enfrentados a una serie de amenazas que atentan contra nuestro bienestar como seres humanos, generadas por la implementación de un modelo extractivista de recursos naturales que aplica malas prácticas productivas y no tiene consideración con los habitantes locales. Los seres humanos debemos entender que nuestro bienestar depende del buen funcionamiento de los ecosistemas, por lo tanto, se debe desarrollar una gestión a escala territorial que permita la sustentabilidad de la vida humana en el planeta. En este contexto, la restauración de bosques es fundamental para recuperar funciones ecológicas tan importantes como la regulación de caudales y la protección de suelos, que nos permiten disponer de agua pura de manera constante en el tiempo.
La restauración ecológica es una actividad deliberada que inicia o acelera la recuperación de un ecosistema con respecto a su salud, integridad y sostenibilidad. Puede ser entendida como un proceso, que altera intencionalmente un sitio para (re)establecer un ecosistema. La meta de este proceso es imitar la estructura, función, diversidad y dinámica del ecosistema que se desea restaurar. Existen al menos tres formas de trabajar sobre un área degradada: recuperar, volviendo a cubrir de vegetación la tierra con especies apropiadas; rehabilitar, usando una mezcla de especies nativas y exóticas para recuperar el área y; restaurar, estableciendo en el lugar el conjunto original de plantas y animales con aproximadamente la misma población que antes.
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